Se eleva penosa, arduamente
hasta que un nuevo viento
derrumba la fortaleza.
Cae, sin ruido, se quiebra con el aire,
y quedan pedazos que vuelve a unir,
uno con otro, y con otro, y con otro.
Lo sabe.
No lo va a lograr.
Odia esa elástica resistencia,
y esa alegría de cartón,
que le dibuja a su boca
la sonrisa fácil e inútil.
Pero sobre todas las cosas,
odia la esperanza, acurrucada
y siempre a punto de dar el zarpazo,
para que se eleve nuevamente,
como en busca de la brisa,
del viento, del huracán..
que al fin...
arrase con la fortaleza.
Así sea.
lunes, 11 de agosto de 2008
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